El Palacio de Drottningholm fue utilizado en el pasado como residencia de verano de la familia real, pero en la actualidad es el hogar permanente de la familia real.

11.jpg

Hay que visitar el Pabellón Chino, el Teatro y el Parque, aunque el sólo hecho de recorrer sus interiores y pasillos ya es un privilegio que remonta los pensamientos a lo más temprano de la época barroca, cuando en materia de decoración no se escatimaba en gastos y las mansiones de los más acaudalados eran tan fastuosas como estos palacios.

Los jardines y parques son una de las principales atracciones del lugar, más todavía considerando que se fueron construyendo con posteridad a la construcción del palacio y en diferentes épocas cada uno, razón por la cual sus estilos ornamentales son tan disímiles pero siempre hermosos.

En el Jardín Inglés se instalaron estatuas sin seguir un orden simétrico ni una ruta predefinida. Gustav III siempre tuvo la intención de hacer que las esculturas aparecieran frente a la vista por sorpresa.

Todas las esculturas fueron importadas de Italia, y como podrán ver, todavía se conservan en perfectas condiciones debido a que están elaboradas en materiales nobles que resisten los siglos sin inmutarse ni siquiera ante las tormentas o los fuertes vientos.

Las figuras desnudas de algunas esculturas, nos hacen pensar por qué tendrían que roerse por obra de la naturaleza si son parte de ella así tal cual están.

Los jardines junto al palacio son de lo más armónico que se ve en el entorno. No hay nada que se vea dejado al azar, todo cumple con un orden y una prolijidad que envidiaría hasta el más cauto.

Foto: flickr

Esta entrada fue publicada en Sin categoría. Guarda el permalink.