Varias de las costumbres festivas suecas están vinculadas con el año agrícola, con los cultivos primaverales, las temporadas de caza y pesca y la época de la cosecha. Ahora bien, como ya se ha dicho, su significado original puede haber desaparecido en su versión actual y haber sido sustituido por otro nuevo.
De cabeza a la era moderna
Todo ello tiene que ver no sólo con el paso del tiempo y el olvido humano. Los suecos tienen también una relación escindida con respecto a sí mismos. La imagen propia da cabida al orgullo por la historia sueca y, al mismo tiempo, una mala confianza en sí mismos ante lo que se considera viable desde el punto de vista continental e internacional.
Cuando se presentó la ocasión, los suecos se arrojaron de cabeza a la modernidad.
La remota situación del país en el mapamundi, su rara capacidad para evitar la guerra, así como sus ricos recursos forestales y mineros, convirtieron a Suecia en un país rico, pero peculiar, a nivel internacional.
Así, mientras otros países vivían inmersos en conflictos y diferencias de clase, en Suecia imperaba el mutuo acuerdo y el optimismo de cara al futuro.
La fe en lo nuevo, en el bienestar general –lo que en Suecia dio en llamarse folkhemmet, el hogar del pueblo– y en el crecimiento adquirió en determinados momentos tal fortaleza, que la historia quedó relegada al olvido.
De repente, se consideró que las viejas tradiciones y costumbres eran inservibles; los jóvenes cerraron sus oídos a los relatos de las personas mayores y no volvieron su mirada para echar un vistazo al pasado.
El futuro atraía como un espejismo más allá del horizonte, y había que llegar allí en el plazo más corto posible.