En Suecia ya entro en vigencia la legislación que permite los matrimonios entre personas del mismo sexo.
Desde hace años ha habido parejas homosexuales esperando por esto, hasta que el 1 de abril el Parlamento aprobó la ley que les permitirá casarse y tener los mismos derechos y deberes de un matrimonio heterosexual.
Para las parejas que llevaban en la fila de espera por casarse, el 1 de abril fue su gran día, a pesar que desde el año 1995 existe el derecho a tener asociaciones inscritas para gays y lesbianas en el país. Pero esto no fue suficiente para ellos, y lucharon por conseguir más aunque el camino para ello no fuera fácil.
Suecia, con esta nueva ley, se convierte en el séptimo país del mundo que acepta el matrimonio entre integrantes del mismo sexo.
Los que se han visto beneficiados con esta ley, los gays y lesbianas, sienten que ya son parte de la sociedad de una manera igualitaria y aplauden la medida, aunque me imagino que ahora el siguiente paso será concebir hijos entre matrimonios del mismo sexo, y ahí el debate a mi parecer debiera ser mucho más cuidadoso y las leyes menos ligeras.
Los gays y lesbianas creen erróneamente que son tratados de una manera diferente por el común de la gente debido a que no les es posible oficializar sus compromisos, pero nada más lejos de la realidad, porque no se han dado cuenta que los únicos que se han automarginado con sus conductas ególatras y hedonistas son ellos mismos. Los demás son simples espectadores que juzgan lo que ven: un género degenerado y decadente, que no puede hacer más sino que reclamar para ganar un poco de atención que es lo único que buscan en la vida, venga de quien venga y sin importar si es por temáticas que realmente aporten algo a la sociedad, sino solo satisfacer sus egos agigantados y insaciables por tener cada día más.
Ahora se les atraviesa tener hijos, y recurren a la inseminación artificial, a vientres de alquiler, a hombres con útero, todo con tal de reclutar más de su especie y ojalá desviar a aquellos que todavía no se han dado cuenta que existen.
Ya veo cuando los que aman a los animales con todas sus fuerzas comiencen por reclamar sus derechos de igualdad y exijan el matrimonio entre bestias y humanos. Los límites para el amor no existen, ahí está el meollo del asunto, y entonces, un caballo podrá concebir un feto humano, no importando como venga, la satisfacción de haberlo hecho ahí va a estar, ¿será que la raza humana terminará en minotauros?.
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