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Dormir dentro del Icehotel, es sumirse al silencio más estricto, donde solo se oye el crujido del hielo como si fuera un concierto abstracto y minimalista que cada cierto rato da un chasquido.

En el Icehotel, el Checkinn es completamente increíble. Mucho más de lo que cualquiera esperaría de un hotel con estas características, con habitaciones dobles y suites construidas completamente en hielo. Desde el mismo vestíbulo, ya ven todo construido en hielo, con una cámara sostenida por hermosos pilares helados y el famoso Icebar, donde pueden ordenar su whisky a las rocas de forma natural.

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Los sillones de las salas son impresionantes, tallados en hielo con formas que los hacen parecer sillones de esos que existieron hace siglos atrás, pero con la diferencia que estos dejan traspasar la luz, son de hielo y si no se sientan con la ropa adecuada, se pueden quedar pegados. El hielo también tiene sus riesgos, y hay que cuidarse.

Todo brilla con un color azulado, como si se tratase de un glaciar. Dentro de este hotel, se puede ser testigo de las representaciones más dramáticas de la naturaleza, donde el termómetro marca menos de 20° centígrados y los abetos son como siluetas de carbón negro que se reflejan contra un cielo infinitamente estrellado.

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De pronto es posible ver la aurora boreal, luminosas cortinas azules y verdes que ondulean en medio de un viento cósmico.
Uno cree que sólo los hoteles de lujo, clásicos, elegantes, de estilo boutique o minimalista son los únicos hermosos y grandiosos que valen la pena su precio, pero lo cierto es que hay un hotel único, digno de ser visitado al menos una vez en la vida. Ese sería el Icehotel, un sueño congelado.

Y qué mejor para experimentar un sueño congelado que una cama de hielo. Una cama que tiene listones de madera, un colchón y una gruesa piel de reno para mantener el frío afuera de las entrañas.

Cada mañana, dentro del Icehotel los movimientos se van haciendo notar. Una criada entra a la habitación y ofrece una bebida caliente de arándano rojo al vapor.

El día apenas comienza para irse de safari en motonieve a los pastos donde yacen los Alpes en el invierno. Todo es surrealista, inspirador y natural.

Vía: thelocal

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