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Muchas personas aprovechan también la ocasión para casarse en verano, cuando el tiempo permite el transporte a la iglesia en coche descubierto tirado por caballos o una sencilla ceremonia celebrada sobre alguna roca del archipiélago.

Las bodas canónicas siguen siendo la forma más corriente de matrimonio, a pesar de que la Iglesia de Suecia, que hasta hace unos pocos años fue estatal, pierde feligreses y que las estadísticas de practicantes que acuden a los oficios divinos, decaen. La inmensa mayoría desea, además, que la ceremonia de su funeral se celebre en la iglesia.

También son corrientes los bautismos cristianos de niños –para lo que se prefiere esperar a la llegada del verano– aunque cada vez son más populares unas fiestas caseras para dar nombre a los menores.

La confirmación es aún bastante corriente, si bien se suele hacer en forma de campamentos de verano, donde los estudios de la Biblia se combinan con el trato con otros jóvenes y con otras actividades.

Es posible que las personas mayores refunfuñen sobre la disolución de las normas, cuando ven que los jóvenes siguen sus propias sendas.

Antes, casarse, bautizar a los hijos y hacer la confirmación eran pasos obligatorios que había que dar para llegar a la vida adulta y a la comunidad social. Ahora, por el contrario, la mayoría hace lo que quiere.

Los suecos son gente corriente y moliente; el entorno callejero es cada vez más continental y los usos y costumbres, cada vez más internacionales.

La persona invitada a cenar en casa de una familia sueca a duras penas puede ponerse en evidencia, con tal de que se acuerde de decir ¡gracias! Los suecos lo hacen todo el tiempo

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